Declaración “Feminismo en Marcha para cambiar el mundo”

Del 25 al 31 de agosto 1600 mujeres de 48 países se reunieron en Sao Paulo para discutir sobre la trayectoria y las estrategias del feminismo frente a la ofensiva conservadora, durante el noveno Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres. Realizado por primera vez en Brasil, el evento marcó el final del periodo de Brasil en el Secretariado Internacional de la MMM y la elección del próximo secretariado, que será la MMM de Mozambique. Las militantes también comenzaron a organizar la cuarta acción internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres, que se celebrará en 2015. Las acciones internacionales se llevan a cabo cada 5 años.

Después de una semana de intensas actividades y discusiones políticas, la Marcha Mundial de las Mujeres elaboró un documento final, que tiene por objetivo resumir el contenido de los debates y sus principales ejes de acción, que recibió el título por el tema del encuentro: feminismo en marcha para cambiar el mundo. Lea a continuación .

Feminismo en marcha para cambiar el mundo

Nosotras, mujeres brasileñas presentes en el 9° Encuentro internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres ( MMM ), celebrado en Sao Paulo, entre el 25 y el 31 de agosto de 2013, reafirmamos la resistencia, el enfrentamiento y la construcción de alternativas al modelo patriarcal, capitalista, racista, lesbofóbico y colonial.

La MMM construye desde lo cotidiano y a partir de la realidad de las mujeres, una acción local conectada a la articulación mundial en donde la solidaridad es un eje estructurante. Esta experiencia se ha consolidado como una fuerza global, actualizando al feminismo como un proyecto para garantizar la igualdad entre todas las mujeres, en el marco de la construcción de una sociedad de hombres y mujeres libres e iguales, sin discriminación de raza / etnia y con libre ejercicio de su sexualidad. Reconocemos que es fundamental enegrecer el feminismo y profundizar la reflexión entre el patriarcado, el colonialismo, la opresión racial y étnica, para rescatar  nuestras ancestralidadess y fortalecer la presencia de mujeres indígenas entre nosotras.

El capitalismo pasa por un importante proceso de reestructuración para mantener el orden actual de explotación y opresión, reforzado por la actual crisis global, evidenciando que vivimos en un modelo injusto e insostenible. Frente a todas las crisis, este sistema presenta falsas soluciones, que significan más mercado y más concentración de los ingresos, impuestas por medio de un proceso violento de los Estados.

La expropiación de la naturaleza, los ataques a los derechos y a la soberanía de los pueblos, el control sobre el cuerpo y la vida de las mujeres, el aumento de la militarización, la criminalización y la violencia son mecanismos que sustentan la acumulación por desposesión .

A una economía de mercado corresponde una sociedad de mercado, con énfasis en la expansión de la mercantilización de todas las dimensiones de la vida humana. Esto sucede especialmente con la explotación de los cuerpos de las mujeres, desde la industria de la belleza hasta la trata y la prostitución. Nuestro cuerpo está constantemente controlado y regulado a partir de patrones morales de sexualidad  – heteronormativa, lesbofóbica, fálica y centrada en el placer masculino – y en la maternidad.

Reafirmamos que la prostitución es estructurante del sistema capitalista y patriarcal. Nuestra visión no es ni liberal ni moralista, pero reconoce el derecho de las mujeres a vivir su sexualidad libremente. Rechazamos la cooptación del discurso feminista “mi cuerpo me pertenece ” por “mi cuerpo es mi negocio.” Por lo tanto, estamos en contra del proyecto del diputado Jean Wylis, que en lugar de contribuir a la mejora de las condiciones de vida de las prostitutas, legaliza la sexualidad como un servicio mercantil, refuerza a los proxenetas y profundiza la explotación de las mujeres. Denunciamos la imposición de la maternidad como destino obligatorio de las mujeres y reafirmamos la autonomía de decisión sobre nuestros cuerpos y el derecho al aborto legal, seguro y público. Reiteramos nuestra visión de que la sexualidad se construye socialmente y defendemos el derecho al lesbianismo como fundamental para el libre ejercicio de la sexualidad sin coerción, sin estereotipos y sin relaciones de poder.

La violencia patriarcal está presente en la vida cotidiana de todas las mujeres. Está muchas veces naturalizada y legitimada, y se fortalece también con las desigualdades de clase y raza, revelando la falta de reconocimiento de las mujeres como sujetos autónomos . Los datos deberían asustar, especialmente frente al hecho de que todavía hay mucho por ser denunciado,  como las violaciones colectivas y correctivas, el abuso sexual de los niños y niñas y la impunidad en relación al gran número de asesinatos de mujeres .

Exigimos la condena de los violadores integrantes de la banda New Hit, que brutalmente violaron a dos de sus fans adolescentes en Bahia, y de los violadores y asesinos de Queimadas, en Paraiba. Exigimos la plena aplicación de la Ley Maria da Penha. En todos los casos, denunciamos la culpabilización de las mujeres por la violencia sufrida .

En este contexto, se profundiza la mercantilización de los bienes comunes y el avance y control de los territorios para el agronegocio. El avance sobre territorios indígenas y quilombolas provoca muerte y destrucción. El puelo Guaraní – Kaiowá en Mato Grosso do Sul ha sido víctima de homicidios en mayor número que los países en guerra. En las zonas urbanas hay un aumento de la especulación inmobiliaria, incentivada por las grandes obras encargadas para los mega eventos. La minería amplia sus áreas de exploración, generando la degradación de la naturaleza y retirando las formas de sustento de las mujeres. Esto está directamente relacionado con el refuerzo de la militarización y la explotación del cuerpo y del trabajo de las mujeres .

Exigimos que los recursos públicos, en particular del BNDES, no se destinen a las grandes empresas que finacian el agronegocio, los mega proyectos y el capitalismo verde. Denunciamos la imposición de pesticidas y semillas modificadas genéticamente, que generan dependencia de agricultores y  agricultoras. Somos protagonistas de la resistencia y la defensa de nuestros territorios, como las  mujeres de Apodi en lucha frente al agro e hidro negocio, y de la afirmación de la agroecología como un medio de producción de alimentos saludables, esenciales para garantizar la soberanía alimentaria .

En este modelo, el tiempo y el trabajo de las mujeres se utilizan como un factor de ajuste. La economía de mercado se sustenta a partir de nuestro trabajo no remunerado y la desigualdad que vivimos en el trabajo remunerado. Presenciamos el aumento del conservadurismo, con la valoración del papel de la mujer en la familia para justificar su sobrecarga de trabajo.

Construir la economía feminista y solidaria significa alterar los patrones de ( re) producción, distribución y consumo, además de reconocer y valorar el trabajo doméstico y de cuidados como algo fundamental para la sostenibilidad de la vida humana.

El Estado capitalista es patriarcal, organizado a partir de una lógica androcéntrica que refuerza la división sexual del trabajo y las formas de control sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres . El modelo de desarrollo hegemónico funciona al servicio de las grandes empresas, expropiando los derechos de los trabajadores y las trabajadoras, violentando a las mujeres y teniendo en la militarización uno de sus pilares de apoyo.

Luchamos para cambiar esta lógica, lo cual sólo será posible si existe la voluntad política y la incorporación de una perspectiva feminista, que hoy se traduce en la agenda de despatriarcalización del Estado. Es necesario garantizar políticas emancipatorias construidas con base en la soberanía y la participación popular.

Somos solidarias con las compañeras de todo el mundo que ven sus medios de vida afectados por las empresas extractivas, por la Vale y por la expansión del agronegocio como el proyecto Pro – Savana, en  Mozambique. Cuestionamos la presencia militar de Brasil en misiones militares en Haití y la República Democrática del Congo, así como la compra de armas y tecnología militar a Israel. La Organización Mundial del Comercio retoma las negociaciones que refuerzan la asimetría entre los países y la mercantilización de la vida. Brasil, al contrario, debe promover otra integración, basada en la redistribución, la solidaridad y la reciprocidad, lo que las mujeres del mundo ya estamos construyendo a través de nuestros movimientos.

Nuestras formas de ocupación de espacios públicos y políticos expresan la irreverencia y osadía colectiva de las mujeres. Desde nuestros métodos, ritmos y voces, construimos una cultura feminista contra- hegemónica que incorpora a la juventud en un proceso integrador de varias generaciones como parte de un proyecto común de transformación de nuestras vidas.

Resistimos al monopolio de los medios de comunicación,  a la lógica de la propiedad intelectual y al control de los flujos de información que violan nuestra intimidad y privilegian a las corporaciones transnacionales, construyendo nuestras alternativas de producción de contenidos, lenguajes y medios de comunicación vinculados a las luchas emancipatorias y por la soberanía popular.

Afirmamos que la auto-organización de las mujeres es nuestra estrategia de fortalecimiento como sujeto político, que construye una fuerza mundial, en alianza con los movimientos sociales que comparten la lucha anti-capitalista y por una sociedad basada en los valores de la libertad, la igualdad, la justicia, la paz y la solidaridad.

Marcha Mundial de las Mujeres

São Paulo, 31 de agosto de 2013.

http://www.marchamundialdasmulheres.org.br

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